Conozcamos las principales danzas de la región amazónica.
LUNDU MARAJOARA
Introducida en Brasil por los africanos, fue prohibida por la Corte Portuguesa durante el periodo colonial brasileño por causa de su sensualidad. La danza representa el asedio de los hombres sobre las mujeres. La mayor parte del tiempo, ellas proceden como unas esnobs, flirtean y, sólo, al final, se entregan sexualmente. El acto representa el momento en que los hombres se abalanzan sobre sus respectivas compañeras. Enseguida, las parejas dejan el lugar con los cuerpos bien pegados y mirándose fijamente.
El acompañamiento musical es hecho por rabeca (violín), clarinete, reco-reco (conocido en varios países latinoamericanos como güiro), ganzá (o xique-xique), maracas, banyo y cavaquinho. Para bailar, las mujeres se visten con faldas largas y coloridas y en la parte de arriba con una mini-blusa de encaje, que deja la barriga para fuera. Usan también collares, pulseras, pendientes y flores en los cabellos.
Los hombres se visten con pantalones largos y blancos, con las doblas recogidas y camisetas blancas con dibujos de la cultura marajoará. Hay grupos que bailan sin camiseta.
CARIMBÓ
Es una de las danzas paraenses más populares. El nombre proviene de la palabra en tupí-guaraní “curimbó” – de curi (palo hueco) y m’bó (excavado). Tiene influencia de la cultura de los negros y hasta de los portugueses. El origen de la danza se sitúa en la isla de Marajó, en Pará, pero se convirtió en una tradición también de otros municipios de este Estado brasileño como Cametá y Marapanim.
El ritmo es marcado por dos tambores (curimbós), uno grande y otro pequeño, ganzá (o xique-xique), banyó, pandero, dos maracas y una flauta. Al principio de la danza, mujeres y hombres se sitúan unos enfrente de otros. Después, forman un gran círculo, las mujeres bailan amarrándose las faldas y extendiéndolas en dirección a los hombres, que las esquivan.
Al final, en la parte llamada “danza do perú”, una danzarina deja caer su pañuelo en el suelo en forma de pirámide para que su pareja lo agarre con la boca, sin usar las manos.
BUEY BUMBÁ
Es la fiesta más conocida del Norte de Brasil y su principal palco es el Festival Folclórico de Parintins, ciudad situada a 400 km de Manaus. Realizado en junio desde 1913, atrae millares de turistas no sólo de Brasil, sino del mundo entero. La fiesta se realiza en un espacio construido para la ocasión, el Bumbódromo. La tripa del buey es una de las piezas más importantes del folclore. El acompañamiento musical se realiza con toadas, con el batuque de los tambores, repiques, cajas y tambores sordos.

Figuras indígenas de “pajés” (brujos) y “feiticeiros” (hechiceros) han sido incorporados en las tradiciones del buey – este es el motivo por el cual, durante el Festival Folclórico de Parintins, la ciudad es llamada de “isla Tupinambarana”. Los colores rojos y azul, que representan los bueyes Garantido y Caprichoso, respectivamente, invaden el Bumbódromo.
Las representaciones de los dos bueyes en Parintins tiene como enredo la historia del negro Francisco, funcionario de una hacienda y cuya mujer, Catirina, estaba embarazada, lo que le despertó el deseo de comer la lengua del buey más querido por el dueño de la hacienda. Para que el hijo no naciese con cara de lengua de buey, Catirina pudo satisfacer su deseo.
En el segundo enredo, Francisco mata al buey preferido de su patrón. El dueño lo descubre y manda a los indios que cacen a Francisco, el cual busca ayuda de un “pajé” para resucitar al buey. El animal renace para felicidad de todos.
Cada presentación dura cerca de tres horas y es enriquecida con luces, colores y un espectáculo pirotécnico. La belleza de los muñecos gigantescos, que representan cada uno de los personajes, ofrece un espectáculo a parte a una representación en que participan un gremio de cerca de 5.000 integrantes. El Festival Folclórico de Parintins atrae por lo menos 35.000 personas al año.
Garantido y Caprichoso
Los nombres de los bueyes Garantido y Caprichoso tendrían su origen en el amor prohibido que el poeta Emidio Vieira mantuvo por la mujer del músico repentista Lindolfo Monteverde. Los dos presentaban sus bueyes todos los años.
Como no podía estar con su mujer amada, Emidio desafió: “Vigila que este año voy a ‘caprichar’ (esmerarme) en mi buey”. Lindolfo respondió: “pues ‘capriche’ (esmérese) en el suyo que yo ‘garanto’ (garantizo) el mío”. La rivalidad aumentó y cada año, uno quería ser mejor que su adversario. Otros grupos de la representación del buey se fueron deshaciendo, permaneciendo a día de hoy apenas el Garantido de Monteverde y el Caprichoso de Vieira.
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